miércoles, 19 de marzo de 2008

Amsterdam - Marzo 2008

Por fin. Este sí que era un viaje deseado y pendiente durante demasiado tiempo. Y allá nos fuimos. Jaco el Incombustible, Luis (por fin, más vale tarde que nunca) y yo. ¡Qué risas! (hasta llorar). Nos lo pasamos teta. Después de una primera noche de contacto, sobre todo con los coffee-shops :-) nos levantamos el jueves con ganas de cultura (que no se diga) y nos fuimos al Van Gogh Museum, que está muy guay, aunque yo esperaba más. A partir de ahí fue caminar, comer, fumar y beber (eso sí, casi todo sin alcohol. La ley obliga y la mezcla es mala). Recorrimos unos cuantos coffe shops y, además de polen de Ketama y el famoso doble zero (nos gustó bastante más el de Ketama) probamos unas cuantas clases de María. Por orden de la que más nos gustó a la que menos: Bubblegum, K2, White Widow, AK47, Northen Lights, Indian Haze y New York Diesel, que aunque era la más potente en teoría no nos gustó mucho. Con la Bubblegum y, sobre todo, con la K2 nos echamos risas hasta llorar. Todas acompañadas por los famosos Space Cakes que tardan en subir, pero suben ... Cambiando de tema, que se me ponen los dientes largos, nos pegamos un par de bunas cenas. Una en un italiano muy chulo (Pasta Basta) en el que los camareros son alumnos de la escuela de canto y cantan durante la cena. Y nos sorprendió mucho el Rijstaffel (la traducción viene siendo tabla de arroz Indonesio), una comida adaptada por los holandeses de sus colonias en Asia, y que solo se come en Holanda y en algunos restaurantes turísticos en Indonesia. Son unos cuencos de arroz con entre 20 y 30 salsas, carnes y ensaladas como acompñamiento. Muy curioso y muy rico (aunque fuerte). Fue una gozada la nevada que nos cayó, pero pasamos muchísimo frío. La ciudad es muy bonita y la gente tiene muy buen rollo, aunque en estas fechas había más españoles que de cualquier otro país (se nos distingue bastante bien). Apareció el segundo día un "colega" un tanto makoki, que nos alegró el día (además de rompernos mucho la cabeza). En dos palabras, maría y risas, que es lo que queríamos. Un buen viaje para cualquier fin de semana en el que apetezca desconectar.